V /. Adoramus te, Christe, et
benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
V /. Te adoramos Cristo y
te bendecimos.
R /. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Este cuadro se conserva en el interior de la
capilla de la VII Estación.
Lectura del libro de las Lamentaciones
3, 1-2.9.16
Yo soy el hombre que ha visto la
miseria bajo el látigo de su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en
tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido
mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la
ceniza.
MEDITACIÓN
La tradición de las tres caídas de
Jesús y del peso de la Cruz hace pensar en la caída de Adán –en nuestra
condición de seres caídos– y en el misterio de la participación de Jesús
en nuestra caída. Ésta adquiere en la historia formas siempre nuevas. En su
primera carta, San Juan habla de tres obstáculos para el hombre: la
concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la
vida. Interpreta de este modo, desde la perspectiva de los vicios de su tiempo,
con todos sus excesos y perversiones, la caída del hombre y de la humanidad.
Pero podemos pensar también en cómo la cristiandad, en la historia reciente,
como cansándose de tener fe, ha abandonado al Señor: las grandes ideologías
y la superficialidad del hombre que ya no cree en nada y se deja llevar
simplemente por la corriente, han creado un nuevo paganismo, un paganismo peor
que, queriendo olvidar definitivamente a Dios, ha terminado por desentenderse
del hombre. El hombre, pues, está sumido en la tierra. El Señor lleva este
peso y cae y cae, para poder venir a nuestro encuentro; Él nos mira para que
despierte nuestro corazón; cae para levantarnos.
Hasta este lugar llegaban las murallas de la
ciudad de Jerusalén en el tiempo de Jesús. Una pequeña capilla a cargo de los
Franciscanos recuerda la segunda caída.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, has llevado nuestro
peso y continúas llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos
Tú, porque solos no podemos reincorporarnos. Líbranos del poder de la
concupiscencia. En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de
carne, un corazón capaz de ver. Destruye el poder de las ideologías, para que
los hombres puedan reconocer que están entretejidas de mentiras. No permitas
que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos
de nuevo. Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal
y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de los demás,
a socorrerlos. Levántanos para poder levantar a los demás. Danos esperanza en
medio de toda esta oscuridad, para que seamos portadores de esperanza para el
mundo.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Quis non posset contristari,
Christi matrem contemplari,
dolentem cum Filio?