V /. Adoramus te, Christe, et
benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
V /. Te adoramos Cristo y
te bendecimos.
R /. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Encuentro de Jesús con su
Santísima Madre
Lectura del Evangelio según San Lucas
2, 34-35.51
Simeón los bendijo y dijo a María,
su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se
levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos
corazones. Y a Ti, una espada te traspasará el alma». Su Madre conservaba
todo esto en su corazón.
MEDITACIÓN
En el Vía Crucis de Jesús está
también María, su Madre. Durante su vida pública debía retirarse para dejar
que naciera la nueva familia de Jesús, la familia de sus discípulos. También
hubo de oír estas palabras: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?...
El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi
hermana, y mi madre» (Mt 12, 48-50). Y esto muestra que Ella es la
Madre de Jesús no solamente en el cuerpo, sino también en el corazón. Porque
incluso antes de haberlo concebido en el vientre, con su obediencia lo había
concebido en el corazón. Se le había dicho: «Concebirás en tu vientre y darás
a luz un hijo... Será grande..., el Señor Dios le dará el trono de David su
padre» (Lc 1, 31 ss). Pero poco más tarde el viejo Simeón le diría
también: «y a Ti, una espada te traspasará el alma» (Lc 2, 35). Esto
le haría recordar palabras de los profetas como éstas: «Maltratado,
voluntariamente se humillaba y no abría boca; como un cordero llevado al
matadero» (Is 53, 7). Ahora se hace realidad. En su corazón habrá
guardado siempre la palabra que el ángel le había dicho cuando todo comenzó:
«No temas, María» (Lc 1, 30). Los discípulos han huido, Ella no. Está
allí, con el valor de la madre, con la fidelidad de la madre, con la bondad de
la madre, y con su fe, que resiste en la oscuridad: «Bendita tú que has creído»
(Lc 1, 45). «Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta
fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Sí, ahora ya lo sabe: encontrará fe. Éste
es su gran consuelo en aquellos momentos.
Una pequeña capilla, al lado izquierdo de la Vía
Dolorosa, propiedad del Patriarcado Armenio, recuerda el encuentro de Jesús con
Su Santísima Madre.
Santa María, Madre del Señor, has
permanecido fiel cuando los discípulos huyeron. Al igual que creíste cuando
el ángel te anunció lo que parecía increíble –que serías la madre del
Altísimo– también has creído en el momento de su mayor humillación. Por
eso, en la hora de la Cruz, en la hora de la noche más oscura del mundo, te
han convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia. Te rogamos
que nos enseñes a creer y nos ayudes para que la fe nos impulse a servir y dar
muestras de un amor que socorre y sabe compartir el sufrimiento.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Quæ mærebat et dolebat
Pia mater, cum videbat
Nati poenas incliti.