SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la Cruz a cuestas
V /. Adoramus te,
Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
V /. Te adoramos Cristo y
te bendecimos.
R /. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

La escena forma parte del retablo
en la pequeña capilla de la Condena y muestra a Jesús que después de ser
condenado por Pilato carga con la cruz.
Lectura del Evangelio según San Mateo
27, 27-31
Los soldados del gobernador se
llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía:
lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona
de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano
derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve,
Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban
con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron
su ropa y lo llevaron a crucificar.
MEDITACIÓN
Jesús, condenado por declararse rey,
es escarnecido, pero precisamente en la burla emerge cruelmente la verdad. ¡Cuántas
veces los signos de poder ostentados por los potentes de este mundo son un
insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre! Cuántas veces
sus ceremonias y sus palabras grandilocuentes, en realidad, no son más que
mentiras pomposas, una caricatura de la tarea a la que se deben por su oficio,
el de ponerse al servicio del bien. Jesús, precisamente por ser escarnecido y
llevar la corona del sufrimiento, es el verdadero rey. Su cetro es la justicia
(Sal 44, 7). El precio de la justicia es el sufrimiento en este mundo:
Él, el verdadero Rey, no reina por medio de la violencia, sino a través del
amor que sufre por nosotros y con nosotros. Lleva sobre sí la Cruz, nuestra
cruz, el peso de ser hombres, el peso del mundo. Así es como nos precede y nos
muestra cómo encontrar el camino para la vida eterna.

La segunda estación esta recordada en la parte externa de la
capilla de la Condena, al lado derecho de la Vía Dolorosa y frente a la escuela
musulmana del Omariye
ORACIÓN
Señor, te has dejado escarnecer y
ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles.
Ayúdanos a reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a no
desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza la obediencia a tu
voluntad. Tú has llevado la Cruz y nos has invitado a seguirte por ese camino
(Mt 10, 38). Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla; para no
lamentarnos ni dejar que nuestros corazones se abatan ante las dificultades de
la vida. Anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias,
alcanzar la verdadera alegría.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.