V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
V /. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R /. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61
José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió
en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en
una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María
Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
MEDITACIÓN
Jesús, deshonrado y ultrajado, es puesto
en un sepulcro nuevo con todos los honores. Nicodemo lleva una mezcla de mirra
y áloe de cien libras para difundir un fragante perfume. Ahora, en la entrega
del Hijo, como ocurriera en la unción de Betania, se manifiesta una desmesura
que nos recuerda el Amor generoso de Dios, la «sobreabundancia» de su Amor.
Dios se ofrece generosamente a Sí mismo. Si la medida de Dios es la
sobreabundancia, también para nosotros nada debe ser demasiado para Dios. Es
lo que Jesús nos ha enseñado en el Sermón de la montaña (Mt 5, 20). Pero es
necesario recordar también lo que san Pablo dice de Dios, el cual «por
nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento. Pues nosotros
somos [...] el buen olor de Cristo» (2 Co 2, 14-15). En la descomposición de
las ideologías, nuestra fe debería ser una vez más el perfume que conduce a
las sendas de la vida. En el momento de su sepultura, comienza a realizarse la
palabra de Jesús: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús es el grano
de trigo que muere. Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplicación
del pan que dura hasta el fin de los tiempos: Él es el pan de vida capaz de
saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital: el
Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la Cruz
y la Resurrección. Sobre el Sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la
Eucaristía.
Encerrada en una pequeña cámara se halla el
Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Señor Jesucristo, al ser puesto en
el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano
de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad.
Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que
procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a Ti mismo. La
Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra
cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu
Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Te das a Ti mismo a través de la
muerte del grano de trigo, para que también nosotros tengamos el valor de
perder nuestra vida para encontrarla; a fin de que también nosotros confiemos
en la promesa del grano de trigo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio
eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de Ti, Pan del cielo. Auxílianos
para que seamos tu perfume y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo.
Como el grano de trigo crece de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú
podías permanecer en el sepulcro: el sepulcro está vacío porque Él –el
Padre– no te «entregó a la muerte, ni tu carne conoció la corrupción» (Hch 2,
31; Sal 15, 10). No, Tú no has conocido la corrupción. Has resucitado y has
abierto el Corazón de Dios a la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos
de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo
testigos de tu Resurrección.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
Quando corpus morietur,
fac ut animæ donetur
paradisi goria. Amen.
BENDICIÓN
V /. Dominus vobiscum.
R /. Et cum spiritu tuo.
V /. Sit nomen Domini benedictum.
R /. Ex hoc nunc et usque in sæculum.
V /. Adiutorium nostrum nomine Domini.
R /. Qui fecit cælum et terram.
V /. Benedicat vos omnipotens Deus,
Pater, et Filius, et, Spiritus Sanctus.
R /. Amen.