e-Curso:
SAGRADO CORAZÓN, SÍMBOLO DEL AMOR DE CRISTO
Capítulo 29 |

CORAZÓN DE JESÚS
SALVACIÓN DE LOS QUE EN TI ESPERAN
TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS
Ángelus,
17 de septiembre de 1989
¡Queridos
Hermanos y Hermanas!
1. A esta hora
del Ángelus detengámonos durante algunos instantes para reflexionar sobre esa
invocación de las letanías del Sagrado Corazón que dice: "Corazón de
Jesús, salvación de los que en Ti esperan, ten misericordia de nosotros".
En la Sagrada Escritura aparece constantemente la afirmación según la cual el
Señor es "un Dios que salva" (Ex 15,2; Sal 51,16; 79,9; Is 46,13) y la
salvación es un don gratuito de Su Amor y de Su Misericordia. El Apóstol
Pablo, en un texto de alto valor doctrinal, afirma: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la
verdad" (1 Tm 2,4;4,10).
Esta voluntad salvífica, que se ha manifestado en tantas intervenciones
admirables de Dios en la historia, ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret,
Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de María, pues en Él se ha cumplido con
plenitud la palabra dirigida por el Señor a su "Siervo". "Te voy a poner por
luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la
tierra" (Is 49,6; Lc. 2,32).
2.Jesús es la
epifanía del Amor salvífico del Padre (Tt 2,11; 3,4). Cuando Simeón tomó en
sus brazos al niño Jesús, exclamó: "han visto mis ojos tu salvación"
(Mc
2,30).
En efecto, en Jesús todo está en función de su misiön de Salvador: el nombre
que lleva ("Jesús" significa "Dios salva"), las palabras que pronuncia, las
acciones que realiza y los sacramentos que instituye.
Jesús es plenamente consciente de la misión que el Padre le ha confiado: "El
Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido"
(Lc. 19
,10). De Su Corazón, es decir, del núcleo más intimo de Su ser, brota ese
celo por la salvación del hombre que lo impulsa a subir, como manso cordero,
al monte del Calvario, a extender sus brazos en la cruz y a dar su vida como
rescate por muchos (Mc 10,45).
En el Corazón de Cristo podernos, por tanto, colocar nuestra esperanza. Ese
Corazón dice la invocación es salvación "para los que esperan en Él". El
Señor mismo que, la víspera de Su Pasión, pidió a los Apóstoles que tuvieran
confianza en El: "No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también
en Mi" (Jn 14,1), hoy nos pide a nosotros que confiemos plenamente en
Él: nos
lo pide porque nos ama; porque, para nuestra salvación, tiene Su Corazón
traspasado y Sus pies y manos perforados. Quien confía en Cristo y cree en el
poder de Su Amor renueva en sí la experiencia de María Magdalena, como nos la
presento la liturgia pascual: "Cristo, esperanza mía, ha resucitado"
(Domingo
de Pascua, Secuencia).
¡Refugiémonos, por consiguiente, en el Corazón de Cristo!
Él nos ofrece una
Palabra que no pasa (Mt 24,25), un Amor que no desfallece, una amistad que no
se resquebraja, una presencia que no cesa (Mt 28,20)!
Que la
Bienaventurada Virgen, que acogió en Su Corazón Inmaculado al Verbo de Dios y
mereció concebirlo en Su Seno Virginal (Prefacio de la Misa votiva de la
Bienaventurada Virgen Moría Madre de la Iglesia) nos enseñe a poner en el
Corazón de Su Hijo nuestra total esperanza, con la certeza de que ésta no
quedará defraudada.

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ES
EL CORAZÓN DE LA IGLESIA
Mensaje
para el Centenario de la Consagración de la Raza Humana al
Sagrado Corazón de Jesús
Warsaw (Polonia)
, 11 de Junio de 1999, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
¡Queridos
Hermanos y Hermanas!
2. Al declarar
que "los desequilibrios bajo los cuales el mundo
moderno laboral están ligados a ese desequilibrio más básico
tiene sus raíces en el corazón humano" (Constitución
Papal Gaudium et spes, n.10), la Fe descubre con
alegría que "es únicamente en el misterio de la Palabra
hecha carne que el misterio del hombre verdaderamente se
esclarece" (Ibid., n. 22), ya que "por su
Encarnación el Hijo de Dios se ha unido de alguna forma con
cada hombre. El trabajó con manos humanas, El pensó con una
mente humana, actuó con una voluntad humana, y amó con un
corazón humano" (Ibid.). Dios también desea que el
Cristiano bautizado, "asociado con el misterio pascual y
configurado con la muerte de Cristo", deberá apresurarse
"hacia adelante a la resurrección fortalecido por la
esperanza", pero esto también es cierto para todas las gentes
de buena voluntad en cuyos corazones la gracia trabaja de
forma invisible" (Ibid.). "Todos los seres humanos
están llamados a esta unión con Cristo, quien es la luz del
mundo, de quién venimos, a través de quién vivimos y a quién
vamos" (Constitución Dogmática Lumen gentium,
n.3).
La Constitución
Dogmática de la Iglesia afirma con autoridad que "por
la regeneración y la unción del Espíritu Santo, los
bautizados son consagrados para ser casa espiritual y un
sacerdocio santo, que a través de todas las obras los
Cristianos puedan ofrecer sacrificios espirituales y
proclamar las obras maravillosas del que los llamó a salir de
la oscuridad y entrar a su luz maravillosa (cf. 1 Pe 2:
4-10). De ahí que todos los discípulos de Cristo,
perseverando en oración y alabando a Dios (cf. Hechos 2:
42-47), deben de ofrecerse a sí mismos como un sacrificio
viviente, santo y agradable a Dios (cf. Rom 12:1). Ellos
deberían en todas partes ser testigos de Cristo y dar una
respuesta de la vida eterna que los llevan a aquellos que
buscan a cuenta de la esperanza" (Ibid., n.10). Al
confrontar el desafío de la nueva evangelización, el
Cristiano que evoca al corazón de Cristo y se consagra y
consagra a sus hermanos a El, Señor del tiempo y la historia,
vuelve a descubrir que es portador de Su Luz. Motivado por
este espíritu de servicio, el cristiano coopera en abrir a
todos los seres humanos el prospecto de que cada quién pueda
realizarse personalmente y en su comunidad. Del Corazón de
Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el genuino y
único significado de su vida y de su destino a entender el
valor de una vida auténticamente cristiana, a separarse de
ciertas perversidades del corazón humano, y a unir el amor
filial de Dios con el amor al prójimo.
Quiero expresar
mi aprobación y apoyo a todos los que de alguna forma
continúan fomentando, estudiando y promoviendo la devoción al
Corazón de Cristo en la Iglesia con el lenguaje y la forma
adoptados a nuestros tiempos, para que pueda ser transmitida
a las futuras generaciones en el espíritu que siempre lo ha
animado.
El creyente
siempre necesita ser guiado a contemplar con adoración el
misterio de Cristo, el Dios Hombre, para poder convertirse en
hombres y mujeres de vida interior, gente que sientan y vivan
la llamada a una nueva vida, a santidad, a reparación, que es
la cooperación apostólica en la salvación del mundo, gente
que se preparen para la nueva evangelización en el Corazón
de Cristo como en el corazón de la Iglesia: es urgente
que el mundo comprenda que el Cristianismo es la religión del
Amor.
El Corazón del
Salvador nos invita a regresar al amor del Padre, fuente de
todo amor auténtico: "En esto se sabe que es Amor, no que
amamos a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y nos envió
a su Hijo como víctima por nuestros pecados" (1 Jn 4:10).
Jesús recibe del Padre incesantemente, en compasión y
misericordia, el amor que El derrama abundantemente sobre los
seres humanos (cf. Ef. 2:4, Santiago 5:11). Su Corazón
revela particularmente la generosidad de Dios hacia los
pecadores. La reacción de Dios hacia el pecado no
disminuye su amor, sino que hace más grande el fluir de Su
misericordia que se torna en el principio de la redención.
La contemplación
del Corazón de Jesús en la Eucaristía estimulará al creyente
a buscar en ese Corazón el misterio inagotable del sacerdocio
de Cristo y de la Iglesia.
Les
permitirá saborear en comunión con sus hermanos y hermanas la
dulzura espiritual de la fuente de la caridad. El ayudar a
todos a redescubrir su propio Bautismo les hará más
conscientes de tener que vivir su dimensión apostólica al
difundir amor y participar en la misión de evangelizar.
Cada persona deberá estar más comprometida de rogarle al
Dueño de la cosecha (cf. Mt. 9:38) que le dé a la Iglesia
"pastores según su corazón" (Jer 3:15) quienes, enamorados de
Cristo, el Buen Pastor, moldeen su corazón como el de El y
puedan ir por los caminos del mundo a proclamar a todos que
El es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Exhortación
Post-Sínodo Apostólico Pastores dabo vobis, n.82). A
esto nosotros debemos de añadirle la acción efectiva para que
a mucha de la gente joven, dócil a la voz del Espíritu Santo,
se le pueda enseñar a que resuenen en las honduras de sus
corazones las grandes expectativas de la Iglesia y de la
humanidad y que respondan a la invitación de Cristo a que se
consagren entusiástica y alegremente con El "para vida del
mundo" (Jn 6:51).
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Ángeles adorando el Sagrado Corazón de Jesús
Vicente López Portaña. Óleo sobre lienzo (1795)

Nuestra
Señora del Sagrado Corazón
ACUÉRDATE
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón
de las maravillas que Dios hizo en Tí.
Te escogió como Madre de Su Hijo
a quien seguiste hasta la Cruz.
Te glorificó con Él,
escuchando con agrado
tus plegarias por todos los hombres.
Llenos de confianza en el Amor del Señor
y en Tu intercesión,
venimos Contigo a las fuentes de Su Corazón,
de donde brotan para la vida del mundo
la esperanza y el perdón,
la fidelidad y la salvación.
Nuestra
Señora del Sagrado Corazón,
Tú conoces nuestras necesidades:
habla al Señor por nosotros
y por todos los hombres.
Ayúdanos a vivir en Su Amor.
Para eso alcánzanos las gracias
que te pedimos y las que necesitamos.
Tu petición de Madre es poderosa:
que Dios responda a nuestra esperanza. Amén.
|
ORACIÓN
PARA IMPLORAR FAVORES
POR
INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II
Oh Trinidad Santa,
te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al
Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la
ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del
Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en
la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús
Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana
ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que
imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus
santos.
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
Con aprobación eclesiástica

CARD. CAMILLO RUINI
Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma
Se ruega a quienes obtengan gracias por
intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador
de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni
in Laterano 6/A 00184 ROMA . También puede enviar su testimonio por correo
electrónico a la siguiente dirección:
postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org
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