e-Curso: SAGRADO CORAZÓN, SÍMBOLO DEL AMOR DE CRISTO

Capítulo 28

SAGRADO CORAZÓN
SÍMBOLO DEL AMOR DE CRISTO

Sagrado Corazón de Jesús
Oleo de Sebastián Gallés y Pujat S.J. (1812-1900)

MEDITACIONES Y ORACIONES DEL
SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II 

(en el siglo Karol Wojtyla - Sumo Pontífice)

 

 

CORAZÓN DE JESÚS VÍCTIMA POR LOS PECADORES

TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS

         

 Ángelus, 10 de septiembre de 1989

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1. Esta invocación de las letanías del Sagrado Corazón nos recuerda que Jesús, según la palabra del Apóstol Pablo, "fue entregado por nuestros pecados" (Rm 4,25); pues, aunque El no había cometido pecado, "Dios le hizo pecado por nosotros" (2 Co 5,21).

Sobre el Corazón de Cristo cae el peso del pecado del mundo. En Él se cumplió de modo perfecto la figura del "cordero pascual", víctima ofrecida a Dios para que en el signo de su sangre fuesen librados de la muerte los primogénitos de los hebreos (Ex 12,21-27). Por tanto, justamente Juan Bautista reconoció en El al verdadero "Cordero de Dios" (Jn 1,29): cordero inocente, que ha tomado sobre Sí el pecado del mundo para sumergirlo en las aguas saludables del Jordán (Mt 3,13-16 y paralelos); Cordero Manso, "al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda" (Is 53,7), para que por su divino silencio quedase confundida la palabra soberbia de los hombres inicuos.

Jesús es víctima voluntaria, porque se ofreció libremente a Su Pasión como víctima de expiación por los pecados de los hombres (Lv 1,4; Hb 10,5-10) que consumió en el fuego de Su Amor.

2.Jesús es víctima eterna. Resucitado de la muerte y glorificado a la derecha del Padre, Él conserva en Su Cuerpo inmortal las señales de las llagas de las manos y de los pies taladrados, del costado traspasado (Jn 20,27; L.c. 24,39-40) y los presenta al Padre en su incesante plegaria de intercesión a favor nuestro (Hb 7,25; 8,34). La admirable Secuencia de la Misa de Pascua, recordando este dato de nuestra fe, exhorta: "A la víctima pascual elevemos hoy el sacrificio de alabanza. El cordero ha redimido a su grey. El inocente nos ha reconciliado a nosotros pecadores con el Padre" (Secuencia Victimae Paschali, estrofa l). Y el prefacio de esa misma solemnidad proclama:  "Cristo es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo, muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida".

3.Hermanos y hermanas: En esta hora de la plegaria mariana hemos contemplado el Corazón de Jesús víctima de nuestros pecados; pero antes que todos y más profundamente que todos lo contempló su Madre dolorosa, de la que la liturgia canta: "Por los pecados de su pueblo Ella vio a Jesús en los tormentos del duro suplicio" (Secuencia Stabat Mater, estrofa 7).

En la proximidad de la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa, recordemos esta presencia intrépida e intercesora de la Virgen bajo la Cruz del Calvario, y pensemos con inmensa gratitud que, en aquel momento, Cristo, que estaba para morir, víctima de los pecados del mundo, nos la confió como Madre: "Ahí tienes a tu Madre" (Jn 19,27).

Confiemos a María nuestra plegaria, mientras decimos a su Hijo Jesús: Corazón de Jesús, víctima de nuestros pecados, acoge nuestra alabanza, la gratitud perenne, el arrepentimiento sincero. Ten misericordia de nosotros hoy y siempre. Amén.

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ES EL CORAZÓN DE LA IGLESIA

Mensaje para el Centenario de la Consagración de la Raza Humana al Sagrado Corazón de Jesús
 
Warsaw (Polonia)  , 11 de Junio de 1999, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

¡Queridos Hermanos y Hermanas!

1. El 100avo aniversario de la consagración de la raza Humana al Divino Corazón de Jesús, prescrito para toda la Iglesia por mi Predecesor León XIII en la Encíclica Annum sacrum (25 de Mayo de 1899: León XIII P.M. Acta, XIX [1899], 7180) y llevada a cabo el 11 de Junio de 1899, nos mueve, antes que nada a  "dar gracias al que nos ama y nos ha lavado con sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap. 1: 5-6).

Esta ocasión de alegría nos parece particularmente apropiada para reflexionar en el significado y el valor de esa acta eclesial tan importante. Con la Encíclica Annum sacrum, el Papa León XIII confirmó todo lo que habían hecho sus Predecesores cuidadosamente para preservar y destacar la devoción y espiritualidad del Sagrado Corazón. Con esa consagración el deseaba obtener "beneficios extraordinarios, primero no sólo para la Cristiandad, sino también para toda la raza humana" (Annum sacrum p. 71). Pidiendo que no solamente los creyentes sino todas las gentes fuesen consagradas, él dio un nuevo sentido y dirección a la consagración que ya se había practicado durante dos siglos por individuos, grupos, Diócesis y naciones.

Es así que la consagración de la raza humana al Corazón de Jesús, fue presentada por León XIII como "la cumbre y la coronación de todos los honores que ordinariamente se le hacen al Sacratísimo Corazón" (Annum sacrum, p. 72). La encíclica nos explica que se le debe tal consagración a Cristo, Redentor de la raza humana, por lo que El sí es y por lo que ha hecho por los seres humanos. Ya que en el Sagrado Corazón el creyente encuentra el símbolo y la viva imagen del amor infinito de Cristo, el cual nos estimula a amarnos unos a otros, él no falla en reconocer la necesidad de participar personalmente en la obra de la salvación. Es por esta razón que cada miembro de la Iglesia estás invitado a ver la consagración como la entrega y la unión de uno mismo con Cristo Jesús, el Rey de "los hijos pródigos", el Rey de todos los que esperan ser llevados "ante la luz de Dios y a Su Reino" (fórmula de Consagración). El entender así la consagración es estar unidos a la actividad misionera de la misma Iglesia, porque da respuesta al deseo del corazón de Jesús de propagar en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su total dedicación al reino, y unir todavía más a la Iglesia con su ofrecimiento al Padre y su existir para otros.

El valor de lo que se llevó a cabo el 11 de Junio de 1899 fue confirmado con autoridad en los escritos de mis Predecesores, quiénes ofrecieron reflexiones doctrinales sobre la devoción al Sagrado Corazón y ordenaron la renovación periódica del acto de consagración. Entre estos me da gusto recordar al santo sucesor de León XIII, el Papa Pío XI de venerada memoria, quién nos lo recordó en sus Encíclicas Quas primas, en el contexto del Año Santo de 1925, y en Miserentissimus Redemptor; su sucesor, el Siervo de Dios, Pío XII, quién trató el tema en sus Encíclicas Summi Pontificatus y Haurietis Aguas. El Siervo de Dios, Paulo VI, entonces a la luz del Concilio Vaticano, quiso hacer referencia a esto en su Epístola Apostólica Inventigabiles divitias y en su Carta Diserti interpretes, dirigida el 25 de Mayo de 1965 a todos los Superiores Mayores de los institutos que llevaran el nombre del Corazón de Jesús.

Yo también, no he fallado en varias ocasiones en invitar a mis Hermanos en el Episcopado, sacerdotes, religiosos y a los creyentes a cultivar en sus vidas las más genuinas formas de devoción al Corazón de Cristo. En este año dedicado a Dios el Padre, recuerdo lo que escribí en la Encíclica Dives in misericordia: "La Iglesia, en una forma particular, parece profesar la misericordia de Dios y la venera cuando ella (la Iglesia) se dirige al Corazón de Cristo. De hecho, es precisamente este acercamiento a Cristo en el misterio de su Corazón el que nos permite hacer hincapié en este punto – un punto que en un sentido es central y también muy accesible en el plano humano – de la revelación del amor misericordioso del Padre, una revelación que constituyó el contexto central de la misión mesiánica del Hijo del Hombre" (n. 13). En ocasión de la Solemnidad del Sagrado Corazón y del mes de Junio, yo muy a menudo he urgido a los fieles a perseverar en la práctica de esta devoción, la cual "contiene un mensaje que en nuestros días es extraordinariamente infinito" (...) "un brote de vida infinito, que da esperanza a cada persona, ha brotado precisamente del Corazón del Hijo de Dios, quién murió en la Cruz. Del Corazón de Cristo crucificado es de dónde la nueva humanidad fue redimida del pecado. El hombre del año 2000 necesita del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la civilización del amor" (8 de Junio de 1994, L’Osservaztore Romano, edición en Inglés. 15 de Junio de 1994, p.3).

La consagración de la raza humana en 1899 representa un paso de extraordinaria importancia en el camino de la Iglesia y siempre es bueno renovarla cada año en la fiesta del Sagrado Corazón. Lo mismo debe decirse del Acto de Reparación que se acostumbra a recitar en la fiesta de Cristo Rey. Las palabras de León XIII todavía son verdad: "Debemos recurrir a El, quién es el Camino, la Verdad y la Vida. Nos hemos desviado y debemos regresar al camino correcto; la oscuridad ha nublado nuestras mentes, y la niebla deberá ser reemplazada por la luz de la verdad; la muerte nos acecha y nosotros debemos de agarrarnos de la vida" Annum sacrum, p. 78). ¿No es éste el programa del Vaticano Segundo y de mi propio Pontificado?

 

  

Ángeles adorando el Sagrado Corazón de Jesús

Vicente López Portaña. Óleo sobre lienzo (1795)

Nuestra Señora del Sagrado Corazón

ACUÉRDATE

Nuestra Señora del Sagrado Corazón
de las maravillas que Dios hizo en Tí.

Te escogió como Madre de Su Hijo
a quien seguiste hasta la Cruz.
Te glorificó con Él,
escuchando con agrado
tus plegarias por todos los hombres.

Llenos de confianza en el Amor del Señor
y en Tu intercesión,
venimos Contigo a las fuentes de Su Corazón,
de donde brotan para la vida del mundo
la esperanza y el perdón, la fidelidad y la salvación.

Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
Tú conoces nuestras necesidades:
habla al Señor por nosotros
y por todos los hombres.

Ayúdanos a vivir en Su Amor.
Para eso alcánzanos las gracias
que te pedimos y las que necesitamos.
Tu petición de Madre es poderosa:
que Dios  responda a nuestra esperanza. Amén.
 

 

ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES

POR INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo. Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.

Padrenuestro. Avemaría. Gloria.

Con aprobación eclesiástica

CARD. CAMILLO RUINI
Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma


Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A 00184 ROMA . También puede enviar su testimonio por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org


 

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