LA CORONILLA DE DIVINA MISERICORDIA

«Reza incesantemente este Coronilla que te he enseñado. Todo aquel que lo rece se hará acreedor a la Misericordia a la hora de la muerte...Los Sacerdotes lo recomendaran a los pecadores como última tabla de  salvación. Hasta el pecador más empedernido, si lo reza una vez tan solo, recibirá la Gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que todo el mundo  conozca Mi Misericordia. Quiero conceder gracias inauditas a aquéllos que confíen en Mi Misericordia.»  (Diario,  687)

 «A las almas que recen esta Coronilla, Mi Misericordia las envolverá en vida y especialmente en la hora de la muerte.» (Diario, 754)

 «Oh qué enorme caudal de Gracias derramaré sobre las almas que recen esta Coronilla: las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por aquellos que rezan la Coronilla. Anota estas palabras, hija mía: "Habla al mundo de mi Misericordia; que toda la humanidad conozca Mi Insondable Misericordia...Cuando todavía queda tiempo, recurran al manantial de Mi Misericordia; que aprovechen de la Sangre y el Agua que brotó para ellos.»  (Diario, 848).

"Cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante, no como el Juez Justo sino el Salvador Misericordioso." (Diario, 1541)

«A través de ella (la Coronilla) obtendrás todo, si lo que pides está  de acuerdo con Mi Voluntad.»  (Diario, 1731)

1.Introducción

La Coronilla de la Divina Misericordia, es uno de los elementos centrales del Mensaje de la Divina Misericordia, según le fue revelado por Nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina en Polonia en la década de 1930.

La Coronilla nos es dada por Jesús como una “poderosa herramienta” para aplacar la ira divina y obtener gracias de Él. En su Diario, Santa Faustina nos relata cómo Nuestro Señor invita a rezo incesante de la Coronilla, y, muy en particular, en los momentos cercanos a la muerte.

El Señor Jesús dictó esta oración a Sor Faustina entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (Diario, 474 – 476).

Las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios Padre “el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad” de Jesucristo como propiciación de sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero. Al unirse al Sacrificio de Jesús, apelan a este Amor con el que Dios Padre Ama a Su Hijo y en Él a todas las personas.

En esta oración piden también “misericordia para nosotros y el mundo entero” haciendo, de este modo, un acto de misericordia. Agregando a ello una actitud de confianza y cumpliendo las condiciones que deben caracterizar cada oración buena (la humildad, la perseverancia, la sumisión a la Voluntad de Dios), los fieles pueden esperar el cumplimiento de las promesas de Cristo que se refieren especialmente a la hora de la muerte: la gracia de la conversión y una muerte serena. Gozaran de estas gracias no solo las personas que recen esta coronilla, sino también los moribundos por cuya intención la recen otras personas. “Cuando la Coronilla es rezada junto al agonizante – dijo el Señor Jesús – se aplaca la ira divina y la Insondable Misericordia envuelve al alma” (Diario, 811). La promesa general es la siguiente: “Quienes recen esta Coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan (Diario, 1541, (…….) si lo que me pidan esté conforme con Mi voluntad” (Diario, 1731). Todo lo que es contrario a la Voluntad de Dios no es bueno para el hombre, particularmente para su felicidad eterna.

“Por el rezo de esta Coronilla – dijo Jesús en otra ocasión – Me acercas la humanidad (Diario, 929). A las almas que recen esta Coronilla, Mi misericordia las envolverá ( …….) de vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).

2.Origen de la Coronilla

474 (...) Viernes 13 de abril de 1935.

Por la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la ira de Dios. Tenía una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la nube salían rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi súplica era nada comparada con la ira de Dios. En aquel momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no me atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante sentí en mi alma la fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de Dios. Oh, qué grande es el Señor y Dios nuestro e inconcebible es su santidad. No trataré de describir esta grandeza porque dentro de poco la veremos todos, tal como es. Me puse a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mí.

475 Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros.

476 A la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla, oí esta voz interior: "Cuantas veces entres en la capilla, reza en seguida esta oración que te enseñé ayer". Cuando recé esta plegaria, oí en el alma estas palabras: "Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su Dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero".

3. Invitación de Nuestro Señor al rezo de la Coronilla, y promesas asociadas a la misma

1541 "Hija Mía, anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado. A quienes recen esta Coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad. Escribe: cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador Misericordioso."

687 En una ocasión, mientras iba por el pasillo a la cocina, oí en el alma estas palabras: "Reza incesantemente esta Coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi Misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi Misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi Misericordia".

714 Hoy el Señor me dijo: "Ve a la Superiora y dile que deseo que todas las hermanas y las alumnas recen la Coronilla que te he enseñado. La deben rezar durante nueve días y en la capilla, con el fin de propiciar a Mi Padre e implorar la Divina Misericordia para Polonia".

754 Promesa del Señor: "A las almas que recen esta Coronilla, Mi Misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte".

796 El Señor me dijo rezar esta Coronilla durante nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia. Debe iniciarse el Viernes Santo. "Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias".

847 - 848 (...) Por penitencia el Padre * me hizo rezar la Coronilla que me enseñó Jesús. Mientras rezaba la Coronilla, de repente, oí una voz: "Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta Coronilla; las entrañas de Mi Misericordia se enternecen por quienes rezan esta Coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi Misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita Misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos". Oh almas humanas, ¿dónde encontrarán refugio el día de la ira de Dios? Refúgiense ahora en la Fuente de la Divina Misericordia. Oh, qué gran número de almas veo que han adorado la Divina Misericordia y cantarán el himno de gloria por la eternidad.

* Nota: se refiere al Padre Andrasz después de haberse confesado con él.

4.La Coronilla y los agonizantes

1541 (...) "Escribe: cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador Misericordioso".

811 Al entrar en mi soledad, oí estas palabras: "Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta Coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca de un agonizante es rezada esta Coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable Misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi Misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo".

Oh, si todos conocieran qué grande es la Misericordia del Señor y cuánto todos nosotros necesitamos esta Misericordia, especialmente en aquella hora decisiva.

1036 Conozco cada vez mejor cuánto necesita cada alma la Divina Misericordia durante toda la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Esta Coronilla es para aplacar la ira divina, según me ha dicho el Señor mismo.

Caso # 1:

809 Por la noche fui despertada súbitamente y conocí que un alma me pedía la oración y que tenía una gran necesidad de plegarias. Brevemente, pero con toda mi alma pedí al Señor la gracia para ella.

810 Al día siguiente, pasado ya el mediodía, cuando entré en la sala vi a una persona agonizante y supe que la agonía había empezado en la noche. Después de haberlo verificado supe que había sido cuando se me pidió rezar. De repente oí en el alma la voz: "Reza la Coronilla que te he enseñado". Corrí a buscar el rosario y me arrodillé junto a la agonizante y con todo el ardor de mi espíritu me puse a rezar esta Coronilla. De súbito la agonizante abrió los ojos y me miró, y no alcancé a rezar toda la Coronilla porque ella murió con una misteriosa serenidad. Pedí ardientemente al Señor que cumpliera la promesa que me había dado por rezar la Coronilla. El Señor me hizo saber que aquella alma recibió la gracias que el Señor me había prometido. Aquella alma fue la primera en experimentar la promesa del Señor. Sentí cómo la fortaleza de la misericordia cubría aquella alma.

Caso # 2:

1035 Esta noche estaba muriendo un hombre, todavía joven, pero sufría tremendamente. Empecé a rezar por él esta Coronilla que me ha enseñado el Señor. La recé toda, sin embargo la agonía se prolongaba. Quería empezar las Letanías a Todos los Santos, pero de repente oí estas palabras: "Reza esta Coronilla". Comprendí que esa alma necesitaba muchas oraciones y gran Misericordia. Me encerré en mi habitación aislada y me postré en cruz delante de Dios implorando Su Misericordia para esa alma. Entonces sentí la gran Majestad de Dios y la gran Justicia de Dios. Temblaba del espanto, pero no dejaba de suplicar a Dios Su Misericordia para esa alma, y me he quitado del pecho la pequeña Cruz, la Cruz de mis votos * y la he colocado en el pecho del agonizante y he dicho al Señor: "Jesús, mira a esta alma con el amor con que has mirado mi holocausto el día de los votos perpetuos y en virtud de la promesa que has hecho para los agonizantes, a mí y a quienes invoquen Tu Misericordia para ellos". Y dejó de sufrir y expiró sereno. Oh, cuánto deberíamos rezar por los agonizantes; aprovechemos la Divina Misericordia mientras es el tiempo de compasión.

*Nota: Santa Faustina hace alusión a la Cruz recibida por las hermanas durante los primeros votos, junto al velo negro, al rosario y al cinturón.

Caso # 3:

1565 Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: "Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta Coronilla que te he enseñado". Al empezar a rezar la Coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la Coronilla, vi a Jesús tal y como está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta Coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios.

Caso # 4:

1797 Hoy el Señor entró en mi habitación y me dijo: "Hija Mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta Coronilla con lo cual obtendrás para él la confianza en Mi misericordia, porque ya está en la desesperación".

1798 De repente me encontré en una cabaña desconocida donde, entre terribles tormentos, agonizaba un hombre ya avanzado en años. Alrededor de la cama había una multitud de demonios y la familia estaba llorando. Cuando empecé a rezar, los espíritus de las tinieblas se dispersaron con silbidos y amenazas dirigidas a mí. Esa alma se tranquilizó y llena de confianza descansó en el Señor. En el mismo instante me encontré en mi habitación. Cómo sucede esto, no lo sé.

5.Eficacia de la Coronilla

Caso # 1:

1128 22 de mayo de 1937. Hoy hace un calor difícil de soportar; deseamos la lluvia, sin embargo no llueve. Desde hace algunos días el cielo se nubla, pero la lluvia no llega. Al mirar las plantas sedientas de lluvia, me ha dado lástima y he decidido rezar esta Coronilla hasta que Dios envíe la lluvia. Después de la merienda el Cielo se ha cubierto de nubes y ha caído una lluvia torrencial sobre la tierra. He rezado esta plegaria durante tres horas sin cesar. Y el Señor me ha dado a conocer que a través de esta oración se puede obtener todo.

Caso # 2:

1731 Hoy me despertó una gran tormenta, el viento estaba enfurecido y llovía como si hubiera un huracán, a cada rato caían rayos. Me puse a rogar que la tempestad no causara ningún daño; de repente oí estas palabras: "Reza la Coronilla que te he enseñado y la tempestad cesará". En seguida he comenzado a rezar la Coronilla y ni siquiera la he terminado cuando el temporal ha cesado y oí estas palabras: "A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi Voluntad".

6. Mensaje a los sacerdotes

687 (...) "Reza incesantemente esta Coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran Misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación". (...)


7.Santa Faustina y el rezo de la Coronilla

928 – 929 (...) Hoy hablé más con Jesús, animada por su bondad. Y cuando descansé junto a su Dulcísimo Corazón, le dije: Jesús, tengo tantas cosas que decirte. Y el Señor me dijo con gran dulzura: "Habla, hija Mía". Y empecé a expresar los sufrimientos de mi corazón, a saber: "que me preocupa mucho toda la humanidad, que no todos Te conocen y los que Te conocen no Te aman como mereces ser amado. Además veo que los pecadores Te ofenden terriblemente y veo también la gran opresión y persecución de los fieles, especialmente de tus siervos y más aún veo muchas almas que se precipitan ciegamente en el terrible abismo infernal Ves, oh Jesús, éste es el dolor que penetra mi corazón y mis huesos, y aunque me haces el don de Tu amor singular, e inundas mi corazón con los torrentes de Tu alegría, esto no atenúa los sufrimientos que acabo de mencionarte, sino que más bien penetran mi pobre corazón de modo más vivo. Oh qué ardiente es mi deseo de que toda la humanidad vuelva con confianza a Tu Misericordia; entonces, tendrá alivio mi corazón viendo la gloria de Tu nombre". Jesús escuchó este desahogo de mi corazón con atención e interés, como si no supiera nada y casi escondiendo ante mí el conocimiento de aquellas cosas, así yo me sentía más libre en hablar. Y el Señor me dijo: "Hija Mía, Me son agradables las palabras de tu corazón y por el rezo de esta Coronilla acercas a Mi la humanidad". Después de estas palabras me encontré sola, pero la presencia de Dios está siempre en mi alma.  


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