Pater noster, qui es in cælis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum
tuum. Fiat voluntas tua, sicut in cælo et in terra.
Panem nostrum quotidianum da nobis hodie. Et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem:
sed libera nos a malo.
Amen.
Padre nuestro, que
estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.
LA EUCARISTÍA,
MEMORIAL DE LAS MARAVILLAS DE DIOS PADRE
Audiencia del miércoles 4
de octubre de 2000
LA EUCARISTÍA.. Óleo en el Altar mayor
IGLESIA DE SAN JORGE . WALLDURN,
ALEMANIA
1. Entre los
múltiples aspectos de la Eucaristía destaca el de "memorial",
que guarda relación con un tema bíblico de gran importancia. Por
ejemplo, en el libro del Éxodo leemos: "Dios se acordó
de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob" (Ex 2,
24). En cambio, en el Deuteronomio se dice: "Acuérdate
del Señor, tu Dios" (Dt 8, 18). "Acuérdate
bien de lo que el Señor, tu Dios, hizo..." (Dt 7,
18). En la Biblia el recuerdo de Dios y el recuerdo del
hombre se entrecruzan y constituyen un componente fundamental de
la vida del pueblo de Dios. Sin embargo, no se trata de la
simple conmemoración de un pasado ya concluido, sino de un
zikkarón, es decir, un "memorial". Esto "no es solamente
el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la
proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de
los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos
se hacen, en cierta forma, presentes y actuales" (Catecismo
de la Iglesia católica, n. 1363). El memorial hace
referencia a un vínculo de alianza que nunca desaparece:
"El Señor se acuerda de nosotros y nos bendice" (Sal
115, 12).
Así pues, la fe bíblica implica el recuerdo eficaz de las obras
maravillosas de salvación. Esas obras se profesan en el "Gran
Hallel", el Salmo 136, que, después de proclamar la creación y
la salvación ofrecida a Israel en el Éxodo, concluye: "En
nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterna su
misericordia. (...) Nos libró (...), dio alimento a todo
viviente, porque es eterna su misericordia" (Sal
136, 23-25). En el evangelio encontramos palabras semejantes en
labios de María y de Zacarías: "Acogió a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia (...). Se acordó de su
santa alianza" (Lc 1, 54. 72).
2. En el Antiguo Testamento el "memorial" por excelencia de
las obras de Dios en la historia era la liturgia pascual del
Éxodo: cada vez que el pueblo de Israel celebraba la
Pascua, Dios le ofrecía de modo eficaz el don de la libertad
y de la salvación. Así pues, en el rito pascual se entrecruzaban
los dos recuerdos, el divino y el humano, es decir, la gracia
salvífica y la fe agradecida: "Este será un día
memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en
honor del Señor (...). Y esto te servirá como señal en tu mano,
y como recordatorio ante tus ojos, para que la ley del Señor
esté en tu boca; porque con mano fuerte te sacó el Señor de
Egipto" (Ex 12, 14; 13, 9). En virtud de este
acontecimiento, como afirmaba un filósofo judío, Israel será
siempre "una comunidad basada en el recuerdo" (M. Buber).
3. El entrelazamiento del recuerdo de Dios con el del hombre
también está en el centro de la Eucaristía, que es el
"memorial" por excelencia de la Pascua cristiana. En efecto,
la "anámnesis", o sea, el acto de recordar es el corazón de la
celebración: el sacrificio de Cristo, acontecimiento único,
realizado ...fÆpaj, es decir, "de una vez para siempre" (Hb 7,
27; 9, 12. 26; 10, 12), difunde su presencia salvífica en el
tiempo y en el espacio de la historia humana. Eso se expresa en
el imperativo final que san Lucas y san Pablo refieren en la
narración de la última Cena: "Esto es mi cuerpo que se
entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío (...). Este
cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la
bebiereis, hacedlo en recuerdo mío" (1 Co 11,
24-25, cf. Lc 22, 19). El pasado del "cuerpo entregado
por nosotros" en la cruz se presenta vivo en el hoy y, como
declara san Pablo, se abre al futuro de la redención final: "Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis
la muerte del Señor, hasta que venga" (1 Co 11,
26). Por consiguiente, la Eucaristía es memorial de la muerte
de Cristo, pero también es presencia de su sacrificio y
anticipación de su venida gloriosa. Es el sacramento de la
continua cercanía salvadora del Señor resucitado en la historia.
Así se comprende la exhortación de san Pablo a Timoteo:
"Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de
entre los muertos" (2 Tm 2, 8). Este recuerdo vive y
actúa de modo especial en la Eucaristía.
4. El evangelista san Juan nos explica el sentido profundo del
"recuerdo" de las palabras y de los acontecimientos de Cristo.
Frente al gesto de Jesús que expulsa del templo a los mercaderes
y anuncia que será destruido y reconstruido en tres días,
anota: "Cuando resucitó de entre los muertos, se
acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en
la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús" (Jn
2, 22). Esta memoria que engendra y alimenta la fe es obra
del Espíritu Santo, "que el Padre mandará en nombre" de Cristo:
"él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he
dicho" (Jn 14, 26). Por consiguiente, hay un recuerdo
eficaz: el interior, que lleva a la comprensión de la palabra
de Dios, y el sacramental, que se realiza en la Eucaristía. Son
las dos realidades de salvación que san Lucas unió en el
espléndido relato de los discípulos de Emaús, marcado por la
explicación de las Escrituras y por el "partir del pan" (cf.
Lc 24, 13-35).
5. "Recordar" es, por tanto, "volver a llevar al corazón" en la
memoria y en el afecto, pero es también celebrar una presencia.
"Sólo la Eucaristía, verdadero memorial del misterio
pascual de Cristo, es capaz de mantener vivo en nosotros el
recuerdo de su amor. De ahí que la Iglesia vigile su
celebración; ya que si la divina eficacia de esta vigilancia
continua y dulcísima no la fomentara; si no sintiera la fuerza
penetrante de la mirada del Esposo fija sobre ella, fácilmente
la misma Iglesia se haría olvidadiza, insensible, infiel" (carta apostólica Patres Ecclesiae, III: Enchiridion
Vaticanum 7, 33; L'Osservatore Romano, edición en lengua
española, 27 de enero de 1980, p. 15). Esta exhortación a la
vigilancia hace que nuestras liturgias eucarísticas estén
abiertas a la venida plena del Señor, a la aparición de la
Jerusalén celestial. En la Eucaristía el cristiano alimenta la
esperanza del encuentro definitivo con su Señor.
ORACIÓN
PARA IMPLORAR FAVORES
POR
INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II
Oh Trinidad Santa,
te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al
Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la
ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del
Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en
la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús
Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana
ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que
imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus
santos.
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
Con aprobación eclesiástica
CARD. CAMILLO RUINI Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma
Se ruega a quienes obtengan gracias por
intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador
de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni
in Laterano 6/A 00184 ROMA . También puede enviar su testimonio por correo
electrónico a la siguiente dirección:
postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org