ESCUELA DE ORACIÓN DE JUAN PABLO II

"TOTUS TUUS"

ORACIÓN Y MEDITACIONES

ENCUENTRO 2- PRIMER DOMINGO DEL MES


MATERIAL DE APOYO PARA REFLEXIONES, MEDITACIONES Y ORACIONES, PERSONALES Y/O COMUNITARIAS

Para el Suscriptor de "El Camino de María"

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«Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “Escuelas de Oración”» (Juan Pablo II)

La Escuela de oración de Juan Pablo II es una propuesta de meditaciones y ejercicios orientados a profundizar nuestra relación personal con Dios. Los textos presentados aquí, aunque pueden ser de ayuda para la oración individual, o bien para enriquecer la oración de distintas comunidades, están primordialmente dirigidos a los nuevos grupos de oración de Juan Pablo II. A estos grupos les proponemos un programa sencillo.

1. Vivir la oración de cada día en el espíritu del “Totus Tuus”

2. Cada semana, dedicar al menos media hora a la adoración del Santísimo Sacramento (en caso de enfermedad o dificultades – adorar la Cruz de Cristo)

3. Una vez al mes reflexionar sobre el don de la oración, mediante la lectura personal o participando en encuentros formativos de la “Escuela de oración”

4. Una vez al año hacer ejercicios espirituales, en los que se profundiza en la vida de oración; por ejemplo los organizados en la parroquia, o bien hacer la Novena a la Divina Misericordia.


La tarea más difícil es la de madurar la actitud expresada en las palabras “Totus Tuus –Soy todo Tuyo”. Es preciso, pues, asumir la diaria fatiga del trabajo sobre sí mismos, apoyándose en la adoración semanal, en la reflexión mensual y en los ejercicios espirituales anuales.

Las meditaciones y las prácticas espirituales, propuestas para cada mes, serán de gran ayuda para llevar a cabo estos compromisos. En ellas encontraremos reflexiones sobre la palabra de las Sagradas Escrituras, testimonios sobre la oración del Papa y también sus enseñanzas sobre el tema de la oración. El día indicado para esta reflexión orante y de adoración es el primer domingo de cada mes.
 

MEDITACIÓN

Lectura del Evangelio. San Marcos 1, 1-8

1 Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios.
2 Está escrito en el libro del profeta Isaías:
"Envío mi mensajero delante de ti,
para que te prepare el camino.
3 Una voz grita en el desierto:
'Preparen el camino del Señor;
ábranle un camino recto.' "
4 Y así se presentó Juan el Bautista en el desierto; decía a todos que debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados.
5 Todos los de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oírlo. Confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba en el río Jordán.
6 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y se la sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; y comía langostas y miel del monte.
7 En su proclamación decía: "Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.
8 Yo los he bautizado a ustedes con agua; pero Él los bautizará con el Espíritu Santo.

 

EL RECOGIMIENTO DURANTE LA ORACIÓN

Introducción

Todos los años, durante el Adviento, escuchamos el grito “Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos”. En la meditación de hoy lo referimos a la oración. Durante la oración se cumple, de un modo absolutamente particular, el enderezamiento de los senderos de nuestra vida. Hoy gritamos a Cristo, con mayor fervor aún, “Señor, enséñanos a orar”. En nuestra comunidad iniciamos la Escuela de Oración de Juan Pablo II. Fijando nuestra mirada en su ejemplo, y prestando oídos a sus enseñanzas, queremos aprender a orar mejor.

Hoy reflexionaremos sobre el tema del recogimiento durante la oración. Es un tema difícil. En nuestros diálogos con Dios, muy a menudo, nos tientan las distracciones. Muchas personas no consiguen recogerse ni durante la oración, ni durante otras actividades. Viven en constante tensión y nerviosismo. Su corazón no conoce la quietud.

El silencio del desierto

Juan Bautista logró superar este problema. Fue un hombre del desierto. Transcurría en soledad no sólo horas, sino también días, meses y años. Tenía pocas necesidades personales. En cuanto se refiere a alimentos, le bastaban los saltamontes y la miel silvestre. Referente al vestido, se contentaba con una túnica de pelo de camello, ceñida a su cuerpo con un cinturón de cuero. Ocupándose tan poco de su propio cuerpo, podía dedicar mucho más tiempo y fuerzas a la vida espiritual. Día tras día iba descubriendo cómo una época llegaba a su término y comenzaba una nueva. Veía que se estaban cumpliendo las promesas del Señor.

En el pasaje del Evangelio de Marcos que hemos leído al comenzar este rato de oración nos dice: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo». Fueron necesarios muchos años de soledad y de silencio, de oración y de meditación, para sentir en el corazón esta voz y decir, con convicción, que el Mesías se hallaba a la puerta. Ahora estaba ya muy cerca. La época en que vivimos nosotros está alejada del silencio y de la tranquilidad.

Año tras año, el Adviento se vuelve más ruidoso y mas consumista. El mundo hace lo imposible para que nos sintamos descontentos con lo que tenemos, induciéndonos a comprar. Por eso, necesitamos de la voz firme de Juan Bautista y del ejemplo de su vida: Siempre tenemos necesidad del silencio interior,  la oración confiada, la confesión y la Santa Comunión.

El recogimiento en medio de la gente

Miremos la figura del Siervo de Dios Juan Pablo II. Al igual que San Juan Bautista, también el tenía pocas necesidades personales. Cuando en su armario tenía colgadas dos sotanas, le parecía tener una de más. Recibido un segundo par de zapatos, buscaba a quien regalárselo. En su Testamento escribió:
«No dejo tras de mí propiedad alguna de la que sea necesario disponer. En cuanto a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno».

Libre de las ataduras a los bienes de este mundo pudo dedicar todos sus pensamientos y todo su corazón a Dios y a los hombres. El Rev. S. Starowieyski, con quien estuvo algún tiempo en Paris, recuerda el siguiente hecho: “Utilizábamos el metro para trasladarnos por aquella enorme ciudad. La multitud era inmensa y el comportamiento de los franceses a veces extraño. Después de algunos días viajando de esta manera, Karol me dijo : ‘En estos viajes en metro, ¿sabes cuánto podemos ejercitar la vida interior (con meditaciones) ?’. Debo decir que quedé muy sorprendido con la observación de mi compañero» (cfr. Kalendarium życia Karola Wotyły, p. 103). El Cardenal Roberto Tucci, quien acompañaba al Santo Padre durante sus viajes apostólicos y peregrinaciones, recuerda: «Una de las características del Papa, que más me ha impresionado, fue su capacidad de recogimiento durante la oración. Lo he visto muchas veces en las capillas de varias nunciaturas, mientras oraba largamente. Recuerdo el viaje a Tierra Santa. Por motivos técnicos en aquel viaje estuve en el mismo helicóptero en que viajaba el Papa, en Galilea y de Galilea a Jerusalén. Sentado a su lado, noté que estaba completamente inmerso en la oración. Tenía en sus manos un librito muy delgado, casi un folleto, mirándolo entendí que estaba haciendo el Vía Crucis. Cuando el Papa entraba en una iglesia, no obstante el alboroto de saludos, si bien cordiales y expresión de la veneración del pueblo de Dios - él se dirigía hacia el Santísimo Sacramento y allí se aislaba totalmente por un cierto tiempo: cinco, a veces hasta diez minutos» (cfr OR. ed. pol. 9/2003).

Mons. Janusz Bielański, Párroco de la catedral de Wawel, confiesa: «En el seminario, contábamos con padres espirituales muy expertos, que nos enseñaban cómo debíamos orar. No obstante esto, el estar arrodillado al lado del Papa, mientras recitaba el breviario, fueron para mi los mejores ejercicios espirituales. ¿Porqué? Porque para aquella oración, Oficio de las Lecturas del 18 de agosto, el Papa empleó 35 minutos. Se veía que su espíritu estaba con Dios y hablaba con Él. No se daba cuenta de lo que ocurría en la Catedral, no miraba a nadie. Aún hoy, vivo bajo la impresión de aquello que el Señor Dios permitió que viviera entonces en la catedral. Conservo los momentos transcurridos junto al Papa, como mis ejercicios espirituales más importantes, y los recordaré toda mi vida» (GN 42/2005).

Propósitos de nuestra oración

En la exposición del Santísimo Sacramento, nos arrodillaremos en silencio ante el Señor y nos dirigiremos con nuestro corazón y nuestros pensamientos a Jesús. Como hacían San Juan Bautista y Juan Pablo II. La diligencia por un mayor recogimiento en la oración puede ser uno de nuestros propósitos de nuestros ratos de oración. Vale la pena tranquilizarse interiormente y concentrarse en Dios. Algún día podemos dejar de ver la televisión, dedicando más tiempo a la lectura, al diálogo con nuestros seres queridos, a la oración.

ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

“Mane nobiscum, Domine!”

 
Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús, ¡quédate con nosotros! 
Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche.
Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.
Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.
En la Eucaristía te has hecho “remedio de inmortalidad”: danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin.
Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.

CONFERENCIA Y ENCUENTROS EN GRUPO “PADRE NUESTRO”

Reanudando la reflexión sobre la Oración del Señor, nos colocamos en el contexto en que el Señor Jesús transmite a sus discípulos las palabras de esta oración. La versión del "Padre Nuestro” que utilizamos se encuentra en el Evangelio según San Mateo, en el punto donde Cristo nos previene contra el modo inadecuado de cumplir con las buenas obras, que son la limosna, la oración, el ayuno (Mt. 6, 1-18).

La sucesión en la enumeración de estas obras no es casual : ¿porqué figura en primer lugar la limosna? Cumplir con las obras de misericordia, especialmente en el plano material, es una tendencia natural del hombre. Por eso Cristo exhorta a quien lo escucha a obrar de manera tal que su misericordia se transforme en un medio para un encuentro efectivo con Dios.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará (Mt 6, 3-4).

Dios Padre ve y permanece oculto, y la misericordia obrada en secreto conduce al hombre al mundo oculto de Dios. En efecto, por medio de la misericordia obrada, ante los ojos de Dios, el hombre abre la puerta del cielo, donde puede encontrarlo a Él. Es por ello que la limosna nos introduce en la temática de la oración y está colocada en primer lugar.

Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. (Mt 6, 6).

La oración “hecha en secreto” es una oración en la que el hombre se concentra en la persona del Padre celestial, excluyendo todo aquello que pertenece a lo temporal y que podría perturbar su dialogo con Dios. Es difícil hablar con la puerta abierta. Si la misericordia abre la puerta del Padre que está oculto, durante nuestro diálogo con Él, cuando nos encontramos en la dimensión espiritual, es necesario cerrar la puerta a todo lo temporal.

El ayuno es el último elemento del proceso de perfeccionamiento del encuentro con Dios oculto, del que habla Jesús. Ello nos permite, no solamente obtener los medios para cumplir con las obras de misericordia y el tiempo para la oración, sino que también fortalece la voluntad. Un hombre concentrado sobre sí mismo, que en la vida busca sólo los placeres, apenas encuentre la primera dificultad abandonará las obras de misericordia y la oración. Un hombre así vive como sobre un columpio, jugando con la vida. El ayuno debe enseñarle la firmeza que permitirá un auténtico encuentro con Dios y con los hombres.

Es necesario subrayar el estrecho vínculo entre la limosna, la oración y el ayuno. Estas tres buenas obras constituyen un conjunto inseparable. Dice San Pedro Crisólogo: La oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. El ayuno es, pues, la fuerza de nuestra petición presentada en la oración a Dios, y gracias a la misericordia podemos obtener aquello que suplicamos. Tendiendo las manos hacia el hombre en un gesto de misericordia, las tendemos hacia Dios, quien desea donarnos aquello que Le imploramos mediante la oración y el ayuno. Obtenemos dando, y si faltare aquella misericordiosa mano extendida, no abriremos la puerta del lugar donde se halla el Dios oculto, y no recibiremos los dones que Él nos ha preparado. Por eso, San Pedro Crisólogo nos exhorta a que oración, ayuno, misericordia, sean para nosotros un único baluarte, una única oración bajo tres formas.


 Traducción del italiano realizado por Ljudmila Hribar (Ramos Mejia, Bs.As-Argentina)


ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES

 POR INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa,  te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.  Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.

Padrenuestro. Avemaría. Gloria.

Con aprobación eclesiástica

CARD. CAMILLO RUINI
Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma


Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A  00184 ROMA . También puede enviar su testimonio  por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org



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  Para solicitar el envío Boletín de la Postulación del Siervo de Dios Juan Pablo II, llene el formulario que está en la siguiente dirección:

http://www.vicariatusurbis.org/Beatificazione/RichiestaBollettinosp.asp

 

 

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