ESCUELA DE ORACIÓN DE JUAN PABLO II

"TOTUS TUUS"

ORACIÓN Y MEDITACIONES

ENCUENTRO 16 - PRIMER DOMINGO DEL MES

Domingo 2 de diciembre de 2007


MATERIAL DE APOYO PARA REFLEXIONES, MEDITACIONES Y ORACIONES, PERSONALES Y/O COMUNITARIAS

Para el Suscriptor de "El Camino de María"

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«Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “Escuelas de Oración”» (Juan Pablo II)

La Escuela de oración de Juan Pablo II es una propuesta de meditaciones y ejercicios orientados a profundizar nuestra relación personal con Dios. Los textos presentados aquí, aunque pueden ser de ayuda para la oración individual, o bien para enriquecer la oración de distintas comunidades, están primordialmente dirigidos a los nuevos grupos de oración de Juan Pablo II. A estos grupos les proponemos un programa sencillo.

1. Vivir la oración de cada día en el espíritu del “Totus Tuus”

2. Cada semana, dedicar al menos media hora a la adoración del Santísimo Sacramento (en caso de enfermedad o dificultades – adorar la Cruz de Cristo)

3. Una vez al mes reflexionar sobre el don de la oración, mediante la lectura personal o participando en encuentros formativos de la “Escuela de oración”

4. Una vez al año hacer ejercicios espirituales, en los que se profundiza en la vida de oración; por ejemplo los organizados en la parroquia, o bien hacer la Novena a la Divina Misericordia.


La tarea más difícil es la de madurar la actitud expresada en las palabras “Totus Tuus –Soy todo Tuyo”. Es preciso, pues, asumir la diaria fatiga del trabajo sobre sí mismos, apoyándose en la adoración semanal, en la reflexión mensual y en los ejercicios espirituales anuales.

Las meditaciones y las prácticas espirituales, propuestas para cada mes, serán de gran ayuda para llevar a cabo estos compromisos. En ellas encontraremos reflexiones sobre la palabra de las Sagradas Escrituras, testimonios sobre la oración del Papa y también sus enseñanzas sobre el tema de la oración. El día indicado para esta reflexión orante y de adoración es el primer domingo de cada mes.

EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LO BUSCA

PREPAREMOS NUESTRO CORAZÓN PARA ACOGER A CRISTO

Para el Encuentro de este mes hemos seleccionado textos de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II que nos ayudarán a preparar nuestro corazón para acoger a Cristo que vendrá a visitarnos con su salvación, realizando en plenitud su Reino de justicia y paz. La conmemoración anual del Nacimiento del Mesías en Belén renueva en nuestro corazón la certeza de que Dios cumple sus promesas. Por tanto, el Adviento es un fuerte anuncio de esperanza, que toca en lo más hondo nuestra experiencia personal y comunitaria.

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"Hermanos: Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres. Que todo el mundo los conozca por su bondad. El Señor está cerca. Que nada los angustie; al contrario, en cualquier situación presenten sus deseos a Dios orando, suplicando y dándole gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, protegerá sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús..." (Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 4-7)

"...En este tiempo de Adviento nos acompaña la invitación del profeta Isaías: «Decid a los cobardes de corazón: ¡Sed fuertes, no temáis! Mirad a nuestro Dios que va a venir a salvarnos» (Is 35, 4). Esta invitación se hace cada vez más apremiante a medida que se acerca la Navidad, enriqueciéndose con la exhortación a preparar el corazón para acoger al Mesías. El Esperado de las gentes ciertamente vendrá y su salvación será para todos los hombres.   
 
La liturgia de Adviento, impregnada de constantes alusiones a la espera gozosa del Mesías, nos ayuda a captar plenamente el valor y el significado del misterio de la Navidad. No se trata de conmemorar sólo el acontecimiento histórico que tuvo lugar hace dos mil años en una pequeña aldea de Judea. Más bien, es preciso comprender que toda nuestra vida debe ser un «adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo. Para disponer nuestra alma a acoger al Señor que, como decimos en el Credo, un día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, debemos aprender a reconocerlo presente en los acontecimientos de la vida diaria. De esta forma, el Adviento es, por decirlo así, un intenso entrenamiento que nos orienta decididamente hacia Aquel que ya ha venido, que vendrá y que continuamente viene..." (Audiencia general del miércoles 18 de diciembre de 2002)
 
..."No temas, yo te ayudo" (Is 41, 13). La promesa de Dios, anunciada por el profeta, se cumplió plenamente en el Nacimiento de Jesús en Belén. En Él,  Dios se hizo uno de nosotros. Por eso, no debemos temer. El tiempo de Adviento, que estamos viviendo, nos exhorta a la esperanza.

"Convertiré (...) la tierra árida en hontanar de aguas" (Is 41, 18). Esta es la gran promesa de Dios a los humildes y a los pobres que, como afirma el profeta, "buscan agua", porque "la lengua se les secó de sed" (Is 41, 17). Su sed remite al ferviente anhelo de verdad, de justicia y de paz, presente en el corazón de todo hombre.
 
En efecto, sólo en Dios encuentran plena respuesta las más íntimas aspiraciones humanas. Por eso, queridos hermanos, os aliento a hacer que vuestro camino en la vida esté sostenido incesantemente por la búsqueda de Dios. No os detengáis ante las dudas y las dificultades. Dios, asegura el profeta, os "tiene asidos por la diestra" (Is 41, 13), está a vuestro lado. Su confortadora compañía os hará más conscientes de la misión que estáis llamados a cumplir en vuestro trabajo ordinario..." (Homilía  durante la Santa Misa para los universitarios romanos. 11 de diciembre de 2003)

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*Comenzaremos este encuentro recitando el himno  "CONDITOR ALME SIDERUM"

*Continuaremos con la lectura y meditación de la Homilía durante la Santa Misa para universitarios romanos, 15 de diciembre de 1998: "EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LO BUSCA"

*Al igual que en el Encuentro del mes anterior haremos un examen de conciencia cuyo tema es:  ¿CONSIDERO QUE JESUCRISTO REINA EN MI CORAZÓN?

*Terminaremos el Encuentro de hoy con la meditación y recitación de dos oraciones:

-QUÉDATE CON NOSOTROS, SEÑOR!  (Juan Pablo II)

-TU ERES CRISTO, EL HIJO DE DIOS VIVO! (Juan Pablo II. Oración de apertura del Gran Jubileo del Año 2000 -  24 de diciembre de 1999)

 
HIMNO "CONDITOR ALME SIDERUM"

Creador de los astros, / eterna Luz del alma,
Cristo, Redentor nuestro, / acoge al que a Ti clama.

Para salvar al mundo, / a muerte condenado,
Tu Amor buscó a los pecadores / remedio a sus pecados.

Al declinar los siglos, / humilde apareciste
-como Esposo del tálamo- /del seno de la Virgen.

Al poder de tu Nombre / y al invocar tu gloria,
El Cielo y la tierra / se rinden y Te adoran.

Juez del fin de los tiempos, / pedimos con confianza
Que en la vida nos guardes /de la maldad satánica.

Gloria demos al Padre, y a Cristo, Rey santísimo,
Y al Espíritu Santo, / por siglos de los siglos. Amén

 

 

EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE QUIEN LO BUSCA

Homilía durante la Santa Misa para los universitarios romanos

15 de diciembre de 1998

1.Las palabras del Salmo «El Señor está cerca de quien lo busca» nos recuerdan el sentido del Adviento y subrayan la actitud que debemos tomar para vivir plenamente este tiempo litúrgico. El anuncio resulta particularmente significativo para aquellos a quienes la fe y el compromiso profesional impulsan a hacer de la búsqueda una dimensión importante de su vida.

2.Nuestro encuentro se sitúa en el tiempo litúrgico del Adviento, que brinda mensajes sugestivos y profundos. Ante el Señor ya cercano -«Dominus prope!» (Flp 4, 5)- y el Rey al que debemos adoración -«Regem venturum Dominum, venite adoremus» (Breviario romano)-, tenemos que dejarnos interpelar por las grandes cuestiones de la vida. Se trata de interrogantes siempre actuales, que atañen al origen y al fin del hombre. Son preguntas que ya se planteó el concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et spes. Esos interrogantes nos acompañan constantemente; más aun, podríamos decir que existen juntamente con nosotros. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Cuál es el sentido de mi existencia y de ser una criatura humana? ¿Por qué siento esta perenne «inquietud», como solía llamarla San Agustín? ¿Por qué razones debo responder constantemente a las exigencias de la moral, distinguir el bien del mal, hacer el bien y evitar y vencer el mal? Nadie puede dejar de plantearse estas preguntas. La Sagrada Escritura, comenzando por el libro del Génesis, les da respuestas exhaustivas. Y esas respuestas constituyen, de algún modo, el contenido del Adviento de la Iglesia, que actualiza el pasado y nos proyecta al futuro.

«El Señor está cerca de quien lo busca», dice la liturgia de hoy, abriéndonos magníficas perspectivas. En efecto, «cerca» y «lejos» son categorías relacionadas con la distancia mensurable en el espacio, con la distancia mensurable en horas, años, siglos y milenios. Sin embargo, el tiempo del Adviento nos invita a considerar sobre todo la dimensión espiritual y profunda de esa distancia, es decir, su referencia a Dios. ¿Qué es y cómo podemos percibir la cercanía o la lejanía de Dios? ¿No es en el «corazón inquieto» del hombre donde se percibe de modo sensible y adecuado la dimensión espiritual de la distancia y de la cercanía de Dios?

3.El hombre es visibilidad y misterio, cercanía y lejanía de Dios, frágil posesión y búsqueda continua. Sólo captando estas coordenadas íntimas del ser humano podemos comprender el Adviento como tiempo de espera del Mesías.

¿Quién es el Mesías, Redentor del mundo? ¿Por qué y en qué consiste su venida? Una vez más, para adentrarnos en este camino, debemos tomar como punto de referencia el libro del Génesis. Nos revela que el pecado y su entrada en la historia es la causa de la distancia entre el hombre y Dios, cuyo símbolo elocuente es la expulsión de nuestros primeros padres del paraíso terrenal.

Dios mismo, a continuación, manifiesta que el alejamiento del hombre a causa del pecado no es irrevocable. Más aún, exhorta a la humanidad a esperar al Mesías, que vendrá con la fuerza del Espíritu Santo, para enfrentarse al mal o, mejor, al príncipe de la mentira. El libro del Génesis anuncia expresamente que es el Hijo de la mujer, e invita a esperarlo y a prepararse para acogerlo dignamente. Los libros sucesivos del Antiguo Testamento, precisando y ampliando este anuncio, hablan del Mesías que nacerá en Israel, el pueblo elegido por Dios entre todas las naciones.

A medida que se acerca la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), la espera se va cumpliendo y se comprende cada vez mejor su sentido y su valor. Con Juan el Bautista, esa espera se convierte en una pregunta concreta, la que los discípulos del Precursor hacen a Cristo: «¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Lc 7, 19). Esta misma pregunta se la hicieron otras muchas veces; sabemos que la respuesta de Cristo fue la causa de su Crucifixión y de su Muerte, pero podemos decir que esa respuesta fue indirectamente la causa de su Resurrección, de la manifestación plena de su Mesianidad. Eso es lo que se llama historia de la salvación. De este modo admirable, se cumplió la promesa hecha a la humanidad después del pecado original.

4.Amadísimos hermanos y hermanas, el tiempo de Adviento se nos da para que podamos hacer nuestro una vez más el contenido de esa pregunta: ¿Eres Tú el Mesías?. ¿Eres Tú el Hijo de Dios? No se trata simplemente de imitar a los discípulos de Juan el Bautista, o de proponer de nuevo el pasado; al contrario, es preciso vivir intensamente los interrogantes y las esperanzas de nuestros días.

La experiencia diaria y los acontecimientos de cada época muestran que la humanidad y cada persona están en continua espera de esa respuesta de Cristo, que avanza en la historia, viene a nuestro encuentro como el cumplimiento esperado de los eventos humanos. Sólo en Él, colmado el horizonte caduco del tiempo y de las realidades terrenas, a veces maravillosas y atrayentes, encontraremos la respuesta definitiva a la pregunta sobre la venida del Mesías que hace vibrar el corazón humano.

Queridos hermanos y hermanas, también para vosotros la espera de Cristo debe traducirse en búsqueda diaria de la verdad que ilumina los senderos de la vida en todas sus expresiones. Además la verdad impulsa a la caridad, testimonio auténtico que transforma la existencia de la persona y las estructuras de la sociedad.

La revelación bíblica pone de relieve el vínculo profundo e intrínseco que existe entre la verdad y la caridad, cuando exhorta a «hacer la verdad en la caridad...» (Ef 4, 15); y, sobre todo, cuando Jesús, el revelador del Padre, afirma: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).

La cima del conocimiento de Dios se alcanza en el amor: en el amor que ilumina y transforma con la verdad de Cristo el corazón del hombre. El hombre necesita amor, necesita verdad, para no dilapidar el frágil tesoro de la libertad.

5.«Regem venturam, Dominum, venite adoremus!».

El tiempo de Adviento, y especialmente la Novena de Navidad, nos estimula a dirigir nuestra mirada al Señor que viene. Precisamente la certeza de su vuelta gloriosa da sentido a nuestra espera y a nuestro trabajo diario. Al contemplar a Jesús con la actitud interior de María, Virgen de la escucha, se fortifica nuestro compromiso, a veces arduo y fatigoso, y se vuelve fecunda nuestra búsqueda activa.

El Señor está cerca de quien lo busca, nos repite la liturgia durante estos días. Dirijamos a Él nuestra mirada e invoquémoslo:

 ¡Ven, Señor Jesús!  ¡Ven, Redentor del hombre! ¡Ven a salvarnos!

El Señor está cerca de quien lo busca.  Venid y adorémoslo. Amén.

¿CONSIDERO QUE JESUCRISTO REINA EN MI CORAZÓN?

Breve examen

 
1. ¿Considero que Jesucristo reina en mi corazón?
2. ¿Escucho con fe la palabra de Cristo?
3. ¿Me doy cuenta que Cristo desea reinar en mi corazón?
4. ¿Deseo sinceramente que «Venga su Reino» ?
5. ¿He decidido abrir la ventana de mi alma para que Él entre?
6. ¿Reconozco el poder salvífico de Jesucristo?
7. ¿Confío en la mano que Cristo me extiende?
8. ¿Dudo con frecuencia? ¿Por qué?
9. ¿Valoro los favores especiales recibidos de Jesucristo? ¿Los agradezco?
 

ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO


                   “Mane nobiscum, Domine!”
 
Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús, ¡quédate con nosotros! 

Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche.

Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.

Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.

En la Eucaristía te has hecho “remedio de inmortalidad”: danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin.

Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.
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 ¡TU ERES CRISTO, EL HIJO DE DIOS VIVO!

¡Tú, Cristo, eres el Hijo unigénito del Dios vivo, venido en la gruta de Belén! Después de dos mil años vivimos de nuevo este misterio como un acontecimiento único e irrepetible. Entre tantos hijos de hombres, entre tantos niños venidos al mundo durante estos siglos, sólo Tú eres el Hijo de Dios: tu nacimiento ha cambiado, de modo inefable, el curso de los acontecimiento humanos.

¡Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo! En el umbral del tercer milenio, la Iglesia te saluda, Hijo de Dios, que viniste al mundo para vencer a la muerte. Viniste para iluminar la vida humana mediante el Evangelio. La Iglesia te saluda y junto contigo quiere entrar en el tercer milenio. Tú eres nuestra esperanza. Sólo Tú tienes palabras de vida eterna.

Tú, que viniste al mundo en la noche de Belén, ¡quédate con nosotros!

Tú, que eres el Camino, la Verdad y la Vida, ¡guíanos!

Tú, que viniste del Padre, llévanos hacia Él en el Espíritu Santo, por el camino que sólo Tú conoces y que nos revelaste para que tuviéramos vida y la tuviéramos en abundancia.

Tú, Cristo, Hijo del Dios vivo, ¡sé para nosotros la Puerta!

Sé para nosotros la Puerta que nos introduce en el misterio del Padre. ¡Haz que nadie quede excluido de su abrazo de misericordia y de paz!

María, Aurora de los nuevos tiempos, quédate junto a nosotros, mientras con confianza recorremos los primeros pasos del Año Jubilar. Amén.

Llenos del Espíritu Santo oremos a nuestro Padre en el Cielo:

 

PATER NOSTER

Pater noster, qui es in cælis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in cælo et in terra.

Panem nostrum quotidianum da nobis hodie. Et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem: sed libera nos a malo.

Amen.

Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Amén.



ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES

 POR INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa,  Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de Amor. Él, confiando totalmente en Tu infinita Misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.  Concédenos, por su intercesión, y si es Tu Voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santo. Padrenuestro. Avemaría. Gloria.


Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A  00184 ROMA . También puede enviar su testimonio  por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org


 

Querido/a suscriptor/a de "El Camino de María"

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A partir del 8 de noviembre ha iniciado en los países del Hemisferio Sur el Mes consagrado a María, que culminará el 8 de diciembre con la celebración de la Fiesta de la Inmaculada Concepción del María. La piedad popular ha visto en este mes una excelente ocasión para multiplicar las iniciativas de piedad mariana. 

Invitamos a todos los suscriptores de El Camino de María y sus amigos y conocidos, a recibir diariamente en su e-mail meditaciones extraídas de la Catequesis del Papa Juan Pablo II bajo el lema "ORACIÓN CON LA MADRE DEL REDENTOR" .Para ello deben llenar un simple formulario con su nombre y su e-mail en la siguiente dirección.

http://www.JuanPabloMagno.org/formulario3.htm

En la selección de las meditaciones para el Mes de María, hemos seguido la recomendación de la Iglesia  que nos invita a reflexionar en los principales misterios de la vida de María. Un reflexionar que implique hacer un esfuerzo con la mente, la imaginación y el corazón, para profundizar en las virtudes que la Virgen Santísima vivió a lo largo de su vida. En "ORACIÓN CON LA MADRE DEL REDENTOR", a lo largo de 31 capítulos, contaremos con la guía del Magisterio y de la Catequesis del Siervo de Dios Juan Pablo II. 

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